David Hernández
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La nominación a la candidatura presidencial del ex presentador de televisión Mauricio Funes por el Frente Farabundo Martí Para la Liberación Nacional (FMLN) ha traído a este convulsionado país vientos de esperanza y de zozobra.
Hay una serie de considerandos que están en el trasfondo de esta candidatura, que tienen una repercusión no solo a nivel interno dentro del FMLN sino también a nivel externo en el partido gobernante, la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
Su nominación con su compañero de fórmula, el comandante del FMLN Salvador Sánchez Cerén, se trató de una salida prematura que podrá pasar factura a ambos candidatos. Las elecciones presidenciales tendrán lugar apenas en marzo del 2009; se trata, pues, de una maratón de casi año y medio, en la cual tendrán que demostrar su calidad de corredores de fondo de la política nacional.
Funes es un atípico en el FMLN, en primer lugar no es miembro del partido, en segundo lugar es un periodista que no comparte muchos de los preceptos proclamados por la cúpula del FMLN, al grado que una buena parte de “ortodoxos” han sido relegados de la foto, como es el caso de Salvador Arias, un economista muy al estilo de la economía planificada de comando que llevó al traste al otrora campo socialista y que ha llevado a la ruina a Cuba. Salvador Arias & Cia. no estarán de brazos cruzados durante la campaña de Funes, es un ala dura que aún dará mucho de qué hablar.
Si bien es cierto se nota la predominancia de uno de los sectores del FMLN en la nominación de Funes, y en este caso se trataría del sector de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) de la Universidad Centroamericana (UCA), en detrimento de los “ortodoxos” de Salvador Arias y de “su hombre duro” José Luis Merino, alias Ramiro Vázquez, no está del todo claro si esto tendrá una repercusión directa en la formación no solo del gabinete en la sombra de Funes, sino también en la línea política de su plan de gobierno, que apunta a ser un plan de gobierno amplio, incluyente y abierto.
Tras bambalinas en el FMLN las redes siguen siendo manejadas por el grupo del “hombre fuerte” José Luis Merino. Así las cosas el único gesto humorístico que tiene esta contienda es que se trata de una campaña presidencial en un país que, de ganar Funes, pasará de haber tenido un presidente locutor radial a otro presidente que es presentador de televisión.
Mauricio Funes ha sido apoyado y promovido por el “mago de las finanzas” de las otrora FPL, Hato Hasbún, quien desde la UCA ha mantenido desde hace varios años su irrestricto apoyo al actual candidato. Sin embargo, “el dinero no es la vida”, porque aunque es un factor muy importante, en el caso de esta candidatura, se nota la ausencia de verdaderos teóricos intelectuales que acompañen y defiendan la postulación de Funes. Este rol lo habrían jugado de manera excelente los intelectuales jesuitas que fueron asesinados por el ejército en noviembre de 1989. Los que le han quedado a la UCA difícilmente podrán llenar ese vacío dejado por el Padre Ellacuría y los mártires jesuitas. El candidato Funes, a pesar de tener una buena imagen, un buen manejo de la palabra y de ser un hombre mediático, no tiene carisma de líder. Como periodista es brillante, pero como político es incoloro. Le falta la aureola de un Héctor Silva o la chispa de un Rubén Zamora.
ARENA, con casi veinte años en el poder, ha sufrido un efecto “carambola” con la nominación de un candidato antisectario y abierto como Funes. En el interior de ARENA, tanto Ana Vilma de Escobar, que representa la empresa privada del gran capital monopólico salvadoreño, como René Figueroa, del círculo de los elegidos del actual presidente, han sido prácticamente descartados como presidenciables, por haberse adelantado en autodenominarse a las primeras de cambio, recién nominado Funes.
ARENA busca una figura mágica, que le permita revertir el “efecto Funes”. Se habla de siete precandidatos, de entre los cuales saldrá el candidato que le permita al partido dar una “vuelta de tuerca” a la actual jugada electoral en este país, adonde hace 41 años otro candidato presidencial, el Dr. Fabio Castillo, profetizó que “todos los nuncas se llegan”.
Hay una serie de considerandos que están en el trasfondo de esta candidatura, que tienen una repercusión no solo a nivel interno dentro del FMLN sino también a nivel externo en el partido gobernante, la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
Su nominación con su compañero de fórmula, el comandante del FMLN Salvador Sánchez Cerén, se trató de una salida prematura que podrá pasar factura a ambos candidatos. Las elecciones presidenciales tendrán lugar apenas en marzo del 2009; se trata, pues, de una maratón de casi año y medio, en la cual tendrán que demostrar su calidad de corredores de fondo de la política nacional.
Funes es un atípico en el FMLN, en primer lugar no es miembro del partido, en segundo lugar es un periodista que no comparte muchos de los preceptos proclamados por la cúpula del FMLN, al grado que una buena parte de “ortodoxos” han sido relegados de la foto, como es el caso de Salvador Arias, un economista muy al estilo de la economía planificada de comando que llevó al traste al otrora campo socialista y que ha llevado a la ruina a Cuba. Salvador Arias & Cia. no estarán de brazos cruzados durante la campaña de Funes, es un ala dura que aún dará mucho de qué hablar.
Si bien es cierto se nota la predominancia de uno de los sectores del FMLN en la nominación de Funes, y en este caso se trataría del sector de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) de la Universidad Centroamericana (UCA), en detrimento de los “ortodoxos” de Salvador Arias y de “su hombre duro” José Luis Merino, alias Ramiro Vázquez, no está del todo claro si esto tendrá una repercusión directa en la formación no solo del gabinete en la sombra de Funes, sino también en la línea política de su plan de gobierno, que apunta a ser un plan de gobierno amplio, incluyente y abierto.
Tras bambalinas en el FMLN las redes siguen siendo manejadas por el grupo del “hombre fuerte” José Luis Merino. Así las cosas el único gesto humorístico que tiene esta contienda es que se trata de una campaña presidencial en un país que, de ganar Funes, pasará de haber tenido un presidente locutor radial a otro presidente que es presentador de televisión.
Mauricio Funes ha sido apoyado y promovido por el “mago de las finanzas” de las otrora FPL, Hato Hasbún, quien desde la UCA ha mantenido desde hace varios años su irrestricto apoyo al actual candidato. Sin embargo, “el dinero no es la vida”, porque aunque es un factor muy importante, en el caso de esta candidatura, se nota la ausencia de verdaderos teóricos intelectuales que acompañen y defiendan la postulación de Funes. Este rol lo habrían jugado de manera excelente los intelectuales jesuitas que fueron asesinados por el ejército en noviembre de 1989. Los que le han quedado a la UCA difícilmente podrán llenar ese vacío dejado por el Padre Ellacuría y los mártires jesuitas. El candidato Funes, a pesar de tener una buena imagen, un buen manejo de la palabra y de ser un hombre mediático, no tiene carisma de líder. Como periodista es brillante, pero como político es incoloro. Le falta la aureola de un Héctor Silva o la chispa de un Rubén Zamora.
ARENA, con casi veinte años en el poder, ha sufrido un efecto “carambola” con la nominación de un candidato antisectario y abierto como Funes. En el interior de ARENA, tanto Ana Vilma de Escobar, que representa la empresa privada del gran capital monopólico salvadoreño, como René Figueroa, del círculo de los elegidos del actual presidente, han sido prácticamente descartados como presidenciables, por haberse adelantado en autodenominarse a las primeras de cambio, recién nominado Funes.
ARENA busca una figura mágica, que le permita revertir el “efecto Funes”. Se habla de siete precandidatos, de entre los cuales saldrá el candidato que le permita al partido dar una “vuelta de tuerca” a la actual jugada electoral en este país, adonde hace 41 años otro candidato presidencial, el Dr. Fabio Castillo, profetizó que “todos los nuncas se llegan”.
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